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27 jul 2015

INVIERNO



Y ahora somos invierno.
Profundo invierno, de hielo, de arboles con nieve,
de praderas cubiertas con esa peculiar capa de escarcha blanca
que los enfria todo hasta el corazón.

Y ahora somos invierno.
Eterno invierno, de extrañar el tiempo caluroso en donde podiamos
caminar bajo un cielo azul cubierto de flores
lleno de botones en flor y pajaros cantando la nueva
buena de los amaneceres soleados.

Mas ahora somos invierno.
Blanco invierno de tortas bajo la nieve,
de angeles y muñecos de hielo, de hileras de
robles camuflageados por la blancura,
de soledades de madera y fogones ensendidos.

Y ahora somos esto... invierno.
Invierno de calides encobijada, envuelta,
fermentada. Para que los viejos momentos no se terminen
de fugar por la rendija de la ventana, de esas
comisuras que nos dan frio, hielandonos el alma
para que no veamos más que la densidad de lo
que se ama... amando hasta el hielo de los huesos.

Y es que ahora... ahora somos invierno.
De minutos congelados, de horas atrasadas de sueño,
de desvelos desmenusados con algodones  sutiles
y enrrollados para que los tobillos permanescan, así...
De pie, como los troncos de los arboles soñolientos
que  funden sus raices en el suelo para extraer un
poco de calor.

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